sábado, 4 de octubre de 2014

Joni

Tic, tac.
Tic, tac. 
El tiempo transcurría cada vez más rápido. El sonido del reloj se hacía cada vez más molesto. El tiempo avanzaba y avanzaba; avanzaba sin importarle que ella se quedara atrás. 
      Aquí tienes era la mesera. 
      Gracias agradeció recibiendo la taza de café que pidió cinco minutos antes. 
      No tardó en envolverse nuevamente en su pensamiento, el cual acaba de ser interrumpido por la pequeña agradable mesera, Patti, una mujer de unos 60-y-algo, pero con mucha energía. 
      Ella tenía la mirada fuera de órbita. Podía apreciarse a kilómetros que la mente de la joven no se encontraba en el mismo sitio que su cuerpo. Hasta que algo le hizo regresar a donde se suponía que estaba. 

La campana sobre la puerta ha sonado; alguien acaba de entrar. Sin duda ese sujeto le hizo dejar de pensar en quién-sabe-qué. En el mostrador frente a ella se acababa de sentar un moreno muchacho bien parecido. 
      Hola Patti. 
      Hola querido, ¿lo de siempre? 
      ¿Lo de siempre? Quiere decir que no era la primera vez que él visitaba esa cafetería. 
      Joni, linda, más vale que bebas eso pronto, a menos que te guste frío Joni sonrió tímida. 
      Tienes razón sintió cómo se ruborizaba, sólo esperaba que nadie lo hubiese notado. 
      Te gustó, ¿eh? Es simpático demasiado tarde. La anciana mesera había notado su distracción.  
      Nuevamente, se limitó a sonreír.

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