sábado, 21 de febrero de 2015

Adultocentrismo.

Viernes 21 de Febrero.

Los viernes 13 a desfecha deberían estar prohibidos, y deberíamos celebrar más los viernes 13 que son tan bonitos –por cierto, el siguiente es el próximo mes y de allí, hasta Noviembre.

No me considero alguien que utilice "malas expresiones", pero la única palabra que realmente describe este día es: una mierda.

Esta semana el tema para el ensayo de Expresión Artística fue sobre el adultocentrismo. En el adultocentrismo se cree que el adulto es superior a una persona joven únicamente por el hecho de ser adulto. Como un ejemplo que he leído en un cuadernillo en línea de UNICEF (2013), si el adolescente rompe un vidrio por error, recibe un castigo de parte del adulto (grito, castigo o golpes), pero si este adulto comente el mismo error, no recibe castigo de parte del adolescente e incluso puede asumir que fue un accidente y decir que tiene derecho a equivocarse.

Muchos creen que ser adulto es el modelo de persona ideal, porque se cree que éstos son más responsables y maduros. Yo pienso que un adolescente puede ser tan maduro y responsable como un adulto, incluso más. Probablemente algo que nos diferencia es las responsabilidades de cada uno según su edad, y la experiencia que se adquiere con el paso de los años.

Pero, ¿por qué ellos creen que tienen siempre la razón? ¿Y por qué creen que tienen derecho a no escucharnos, sin embargo, nosotros tenemos que hacerlo? ¿Por qué piensan que pueden humillarnos?


Los viernes trece a desfecha no deberían ser. La humillación pública es un delito.


S∆D CORE | via Facebook


***
Quiero disculparme por la poca actividad en el blog estos últimos meses. Tristemente no he tenido tanto tiempo para preparar buen contenido, pero el mal tiempo tarde o temprano acaba y espero pronto estar activa cada semana como debe ser.

viernes, 6 de febrero de 2015

Perlas.

Tres de febrero y no sé de ti desde Nochebuena. Y la verdad es que no me da igual y me arrepiento de no haberte retenido y pedirte que te quedaras un poco más. Y no sé qué es lo que extraño de ti, porque cuando no hacíamos el amor, sólo peleábamos. Y gritábamos. Y arrojaste un plato y perdiste el control.
Esa vez se sumó otra piedra a mi colección. Un zafiro, bonito. Mi favorito, hasta que le diste un significado diferente. No te cases con perlas, bromearon. Pero creo que debí hacerlo, para así, por lo menos llorar y callar, y no sólo callar. Que tragarse esto duele tanto que mi garganta comienza a inflamarse.
No sé por qué te extraño si junto a ti fui miserable. Quizá me gustaba serlo. Quizá contigo. Quizá por ti. Y no es amor porque nunca lo hubo. Lo supe al decir acepto y ya era tarde, o no.

En Nochebuena te abandoné, hediondo. Apestabas a sudor y licor, y tu aliento olía a vómito. Te dije que me iba e intentaste detenerme. Por poco cedo, por un momento pensé que sí había esperanza; que el amor sí existía. Hasta que gritaste, arrojaste la botella y perdiste el control.


***

Con este texto he participado en la Antología organizada por Sab, que puedes encontrar aquí.