martes, 31 de marzo de 2015

Mi virtuoso.

Marzo 31, 2015


Sé que muchas veces desesperé con tanta queja pero sólo aquí podía ser yo; contigo. No recuerdo si alguna vez te empapé de llanto, pero me disculpo por esas manchas de café (y esa pequeña gota de sangre de mi nariz).
      Fuiste mi refugio, la única manera de liberar mi alma y nunca dejaré de agradecerte por ello. Tú mejor que nadie conoces a todos mi amores de inicio a fin. Tú mejor que nadie me has visto crecer como persona y como escritora. Me alegra haberme desvelado junto a ti; compartimos las mejores noches y eso no lo cambio por nada.

Lo siento mucho por esas veces que me ausenté meses enteros, a mí también me hiciste mucha falta, pero no hay cosa que aprecie más que la acogida que me diste cuando regresé, cada una de las veces. 
      Compartimos dos Años Nuevo donde me la pasé de maravilla recordando junto a ti. Espero no te parezca esta despedida exagerada pero eres lo más bonito que me ha pasado. Siempre podremos vernos y leernos y reír juntos, de eso, ni hablar. Tres meses más pudimos disfrutar, tan tranquilos, como si tuviésemos todo el tiempo del mundo. Y así fue y hasta aquí llegó. Por primera vez me salgo del borde la página y escribo sin puntos y aparte porque temía que no me alcanzara... 
Casi.

Me sentía como una niña boba cuando pedí un diario, y al tenerte en mis manos no sabía cómo usarte. Busqué en internet "consejos" pero al final lo hice a mi gusto, porque para eso eras, ¿no? Para ser mío.

Al principio fue muy difícil ser constante e insisto, me sentí un poco boba, pero con el paso del tiempo te he tomado un cariño tremendo y eres la única cosa que guardo celosamente -de las únicas. Lamento haber querido terminarte tan pronto el año pasado, pero quería empezar el año de cero y sé que lo comprendes y gracias.

Gracias por permitirme contarte todo y ser mi cofre del tesoro.




Por siempre tuya,
        Elizabeth.


***
En memoria al primer cuaderno que termino en mi vida.

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